lunes, 3 de noviembre de 2008

Cultura y Tecnologías: Formas de Percibir el Mundo

Para millones de seres humanos, la cultura en el amanecer del siglo XXI, nos hace percibir la realidad circundante a través de los adelantos tecnológicos, particularmente la tecnología digital en la forma de teléfonos celulares y computadoras está cambiando la manera en que vivimos, en todo el mundo. Esto no sólo toca de cerca a quienes tienen acceso a dichos adelantos, sino también inevitablemente, a los que quedan al margen. En el campo de la empresa, la educación y el entretenimiento, las TIC han venido aportando instrumentos y herramientas para el desarrollo del trabajo colaborativo. Más allá de los aspectos positivos o negativos que la nueva tecnología ha brindado a nuestras vidas, es innegable que "las cosas ya no son como eran antes".

Formas de vida, Formas tecnológicas de vida
Para Scott Lash (2005) existen las formas de vida y las formas tecnológicas de vida. Las primeras, expresan un “modo de vida”, una manera de hacer las cosas. Una cultura, es entonces una forma de vida, una manera de hacer las cosas. Las formas de vida incluyen por una parte las naturales o biológicas y, por otra, las sociales o culturales. Se trata de la vida centrada en lazos familiares, afectivos, de relaciones interpersonales de los unos con los otros.

Las segundas, se refieren a la comprensión del mundo por medio de sistemas tecnológicos, de tal manera que la relación de los humanos con las máquinas se muestra bidireccional, (hombre↔máquina). Es decir, actuamos como interfaces de humanos y máquinas, donde los sistemas orgánicos trabajan según un modelo fisiológico y los sistemas tecnológicos según un modelo cibernético; no llegamos a fusionarnos con ellos, pero enfrentamos nuestro medio ambiente en interfaz con los sistemas tecnológicos. ¿podemos vivir separados de los artefactos tecnológicos? la respuesta parece obvia, la dependencia de ellos ha llegado a ser parte de nuestra vida, de nuestra cotidianidad.

Creadores de sentido
Refiriéndose a las creaciones de significado, Lash llega a afirmar que los sistemas tecnológicos propician además, el espacio para que sus usuarios puedan ser creadores de sentido. Recordemos que la palabra sentido nos remite a la búsqueda del conjunto de significados con que asumimos el conocimiento objetivo/consciente subjetivo/inconsciente de algo. Encontrarle “sentido” a algo significa que se ha producido un cambio cualitativo en la mente, se ha encontrado, o vislumbrado, o percibido una nueva perspectiva de algo; es una percepción intuitiva que permite integrar cierta información que uno ha estado recibiendo en una nueva forma o estructura. Uno ha comprendido. Es como si se hubiera iluminado algo dentro de la mente. Comprender, dar sentido a algo, es un cambio en la mente primero, pero se convierte en un cambio de conducta después, porque la persona ajusta su forma de comportarse al nuevo sentido que se ha construido en la mente.

El sentido o sinsentido
Es un lugar común reconocer que la vida tiene propósitos, es decir que la vida sin ellos, no tiene sentido. Por eso los seres humanos andamos siempre en la búsqueda del sentido de las cosas. Paul Watzlawick reflexionando sobre este tema menciona que “el aburrimiento es la forma más sutil de temor y de vacío. De ahí nuestra permanente búsqueda de sentido. Leemos en los Salmos: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”, búsqueda de sentido obviamente. No obstante, en esta continua percepción de la vida y de la atribución de sentido, procesos del todo diferentes, podemos caer fácilmente en el sinsentido del sentido, es decir, en lo absurdo de la vida. Eugéne Ionesco, en la Cantante Calva (1950) relata como dos personas pueden hablar todo el día sin decirse nada absolutamente de valor… Lo que el absurdismo muestra, es la vida cotidiana sin contenido, el sinsentido del sentido.

Cultura tecnológica y sociedad red
¿Qué significa aplanamiento, no linealidad y la vida en el aire? Lash sostiene que en las formas tecnológicas de vida, el término trascendental (el significado profundo de las cosas) pierde sus relieves en el término empírico, las ideas quedan aplanadas en un empirismo radical cotidiano y contingente, en el cual el observador no es, en principio, fundamentalmente diferente del observado.

Las formas tecnológicas de vida son asimismo, nolineales. Las unidades lineales de sentido, con atribución de significados, se comprimen en formas de significado abreviadas, no extendidas y no lineales, como las unidades de información y comunicación. La comprensión se realiza por conducto de unidades abreviadas de información. La ruptura con la linealidad, -verbigracia, la narración y el discurso- implica una aceleración. Las formas tecnológicas de vida son demasiado rápidas para la reflexión y demasiado veloces para la linealidad. Las formas tecnológicas de vida están realmente expandidas, tan expandidas que se hacen pedazos. El vinculo espacial y el lazo social se rompen. Luego se reconstituyen como enlaces de redes no lineales y discontinuas. La cultura tecnológica es una sociedad red.

Las formas tecnológicas de vida estan desarraigadas y en cierto modo, “elevadas en el aire”, satelitales, no conforman un espacio en particular, sino un espacio genérico, no se caracterizan tanto por una multiplicidad de identidades sino por la ausencia de identidad. Su contexto es ningún contexto en absoluto, su diferencia es la indiferencia.

Percibimos la transformación de nuestro entorno a través de la tecnología, pero el mundo de la redes que estamos construyendo, considera David de Ugarte supone también cambios políticos, “porque el cambio en la estructura de la información que supondrá Internet abrirá la puerta a una nueva distribución del poder. Con Internet conectando millones de pequeños ordenadores jerárquicamente iguales nace la era de las redes distribuidas, que abre la posibilidad de pasar de un mundo de poder descentralizado a otro de poder distribuido”. Pero es importante advertir, que Internet no solamente son microprocesadores y las redes de telecomunicaciones, como sostiene Howard Rheingold, ya que “en su estructura básica se incluyen también contratos sociales cooperativos. Este nuevo contrato social permite la creación y mantenimiento de bienes públicos, una fuente común de recursos de conocimiento”. La red llega hacer posible, entonces, el trabajo colaborativo, ya no solamente se trata de recibir información, sino de expandir la comunicación y el conocimiento con el propósito de construir una red satelital, que propicie las condiciones para construir una sociedad con sentido humano.

Referencias
· De Ugarte, David. “El poder de las redes”. Brevísima historia de las redes sociales, Págs. 29-40.
· Lash, Scott. “Crítica de la información”. Buenos Aires, amorrortu, 2005. Caps. 2 y 14
· Rheingold, Howard. “Multitudes inteligentes. La próxima revolución social”. Barcelona, Gedisa, 2004. Caps. 2 y 7.
· Watzlawick, Paul. “El sinsentido del sentido”. Barcelona, Herder, 1995.

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